viernes, 17 de julio de 2009

" El amor y el taxi "





He aquí algo muy interesante que encontré en el Océano de las redes:





" El otro día, en Nueva York, cogí un taxi con un amigo. Cuando nos bajamos, mi amigo le dijo al taxista:

-Le agradezco el viaje. Es usted un conductor estupendo.

Durante un segundo, el hombre se quedó atónito. Después reaccionó.

-Oiga ¿Me está tomando el pelo o qué?

-Nada de eso, amigo, no tengo intención de molestarlo. Admiro la tranquilidad con que se mueve en medio de semejante tránsito.

-Ah –farfulló el conductor, y siguió su recorrido.

-¿A qué venía eso? -pregunté.

-Estoy tratando de restaurar el amor en Nueva York –me respondió mi amigo-. Creo que es lo único capaz de recuperar la ciudad.

-¿Cómo es posible que un solo hombre salve Nueva York?

-No es cuestión de un solo hombre. Creo que a ese taxista le he cambiado el día. Suponte que haga 20 viajes. Pues será amable con esos 20 pasajeros porque alguien fue amable con él. Ellos, a su vez, serán más cordiales con sus empleados, servidores o colaboradores, e incluso con sus respectivas familias. En última instancia, la buena disposición podría extenderse a un millar de personas por lo menos. No está mal, ¿no te parece?


-Pero tú confías en que ese taxista transmita tu buena disposición a los demás.

-No estoy confiando en nada –respondió mi amigo-. Me doy cuenta de que el sistema no es totalmente seguro. Hoy puedo encontrarme con 10 personas muy diferentes, si de entre esos 10 puedo hacer felices a 3, finalmente podré influir en forma indirecta sobre las actitudes de 3000 más.

-Teóricamente suena bien –admití-, pero no estoy seguro de que en la práctica funcione.

-Si no funciona no se pierde nada. No perdí ni un minuto en decirle a ese hombre que estaba haciendo muy bien su trabajo. Ni le di una propina mayor ni más pequeña. Y si mis palabras cayeron en oídos sordos, ¿Qué importa? Mañana habrá algún otro taxista a quien pueda tratar de hacer feliz.

-Oye, tú estás un poco chiflado –señalé.

-Tus palabras demuestran lo cínico que te has vuelto. Este asunto lo tengo estudiado. Lo que al parecer les falta a nuestros empleados de correos, aparte de dinero, por cierto, es que nadie les dice lo bien que están haciendo su trabajo.

-¡Pero si no están haciendo bien su trabajo!

-Si no están haciendo bien su trabajo es porque sienten que a nadie le importa cómo lo hacen. ¿Por qué no decirles una palabra que les anime?



En ese momento pasábamos junto a un edificio en construcción, donde 5 obreros estaban almorzando. mi amigo se detuvo.



-¡Qué trabajo estupendo habéis hecho!. Debe ser algo muy difícil y peligroso.

Los hombres lo miraron con desconfianza.

-¿Cuándo estará terminado?

-En junio -gruñó uno de ellos.

-Ah. Pues realmente, es impresionante. Debéis de estar orgullosos.



Seguimos caminando y yo le señalé:

-No he visto a nadie como tú desde que leí El Quijote.

-Cuando esos hombres asimilen mis palabras se sentirán más felices y, de alguna manera, su felicidad será un beneficio para la ciudad.

-Pero ¡ésa no es una tarea para que la hagas tu solo! -protesté yo-. Al fin y al cabo no eres más que un hombre.

-Lo más importante es no descorazonarse. Intentar que la gente de la ciudad sea feliz no es tarea fácil, pero si puedo enrolar a más gente en mi campaña...

-Acabas de guiñarle el ojo a una mujer feísima -le señalé.

-Ya lo sé -me respondió-. Piensa que si es maestra de escuela hoy sus alumnos tendrán un día fantástico."





Art Buchwald

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