domingo, 18 de noviembre de 2012

La ausente educación




Conocer lugares del mundo es respetar a los demás, poseer una visión objetiva sobre la vida en otros entornos, otras personas...

A veces nos llama la atención la educación de otras personas, incluso adivinamos que no son de nuestro país, por sus correctas formas y maneras. Nunca es suficiente cuando se trata de agradecer la hospitalidad o servicio en otro lugar que visitemos, aunque sea abonando una cantidad de dinero por ellos.

El último día, una señora muy operada con labios rellenos de desentonado botox, rompiendo el equilibrio natural de su rostro, subió al taxi.
Era por la mañana muy temprano cuando subió; nos dirigíamos a la estación del ave.
Nada mas subir me advirtió que fuese rápido que iba tarde, escuché el desembalar de un paquete de chicles que por el olor fuerte pude adivinar que eran de sabor clorofila...

Tras chasquido y chasquido de mandíbula, llegamos a la Estación Intermodal de Delicias, sin preguntar el importe me extendió un  billete de 50 euros... Le pregunté si no podía facilitar el cambio mas pequeño, y me respondió que no, mirando no sé adonde.

Le comenté que la obligación del taxista es llevar cambios de hasta 20 euros y que además al solicitar su taxi por teléfono o internet, puede elegir la opción de que el taxista lleve suficiente cambio, claro yo no caí en la cuenta que eso puede demorar un poco más el tiempo, y eso no es compatible con el egoísmo ajeno...

Buscando y rebuscando en mi cartilla de ahorro personal en otro bolsillo de mi bolso pude facilitarle el cambio, eso dándome mucha prisa porque recordé que mi clienta iba con el tiempo justo.

Sin atender a razones cogió los cambios y me pidió un justificante. Respiré hondo, lo rellené y se lo facilité. No podía perder mas el tiempo en explicarle a esta persona que pudo solicitarlo antes, en cualquier semáforo... estaba claro que no merecía la pena.

Bajé a sacar la maleta de la parte posterior del taxi, le extendí amablemente ( y por costumbre ) el asa de la maleta y le dije:

-Adios, buenos días, señora.
-.....

Obtuve un despreciable silencio como respuesta

Al subir yo de nuevo al taxi, como de costumbre, miré hacia atrás por si hubiese algún objeto olvidado... allí estaban en el suelo, los restos de envoltorio de los chicles...

Vivir para saber y aprender.

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