jueves, 9 de febrero de 2012

Entre Aragón y Asturias


El domingo pasado amaneció frío y húmedo en Oviedo, como es habitual en estas fechas. Con la pesada bolsa de cuero marrón al hombro y con un negro sombrero impermeable, fuí caminando hacia la estación de autobuses. En el bolsillo el billete con destino a Zaragoza.

Mi cabeza planeaba las gestiones a realizar allí, cómo sacar el mayor provecho y el mejor rendimiento en mi situación actual. La tarea era difícil pero las ideas siempre claras y cuando se tiene la certeza de hacer lo adecuado, el orgullo y muchas memeces se guardan por instinto en lo más profundo del alma.

Me propuse no echar la mirada hacia atrás para no decaer en la tristeza, en las ilusiones perdidas en esta ciudad asturiana. En el punto de vista tan equivocado de los que no conocen y hablan de su charca sin conocer la profundidad del océano.

Ser valiente es un estado de ánimo, es un impulso que te empuja en situación de emergencia. Yo no sé si todos los seres humanos reaccionan igual ante estímulos tan poderosos. Pero una gran parte de ellos, no me cabe la menor duda que sí.

El domingo por la tarde me reunía de nuevo en casa de mis padres, me dí cuenta que todos por una causa u otra nos cambió la vida. Hemos aprendido a ganar y perder con dignidad, distinguir lo importante de lo banal y superfluo.

El lunes con todo planificado, ejecuté una acción tras otra. El frío helador y el cierzo cortante dibujaban una sonrisa trás mi bufanda negra tipo braga y gorro de lana igualmente negro.

El lunes dió mucho de sí, pude resolver varios asuntos al mismo tiempo. Documentación arreglada y lista para pasar a la acción. El día siguiente, martes era sin duda vital para mí. Podría hablar con seguridad y con conocimiento de causa.

Unas llamadas telefónicas y adecuadas a personas indicadas, me ahorrarían muchos pasos. Soy persona de pocos amigos, pero buenos conocidos tengo bastantes... enemigos muy pocos, poquísimos.

Conseguí una cita de oro para el día siguiente martes, fué entrañable comprobar que la amistad prevalece en el tiempo y que lo bien hecho, nunca es en vano.

Fué maravilloso ver como mis viejos y buenos conocidos aceptaron mi situación. Pude sentir el apoyo y también escuchar el duro presente que azota el taxi en Zaragoza como en todos los sitios. Desde que marché del gremio las cosas han empeorado inevitablemente. Debemos mantener los pies en el suelo.

Intercambiamos impresiones del taxi zaragozano y del taxi ovetense en el que ya sabéis llevaba cinco meses. Unas cosas positivas y otras negativas. Indudablemente mi casa la tengo en Zaragoza. Me muevo y gestiono con agilidad en el lugar, donde conozco prácticamente todo.

Llegué a un acuerdo con una persona.

En unos días o quizás semanas empezaré a trabajar de nuevo en mi ciudad, con un futuro que nadie apuesta un euro ya...

No hay otra alternativa. Yo lo único que puedo decir es que me siento orgulloso de algunas personas que me ofrecen la oportunidad de seguir caminando.

Tres días: Viajar, renovar, ejecutar y conversar.
Nuevos proyectos, nuevas ilusiones.
Pero siempre ya en mi tierra, en mi casa con mi familia y con mi gente.
Misión cumplida.


Esto es lo que hay: " No es lo que tengo es lo que soy "


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