miércoles, 20 de marzo de 2013

"Desfile de muertos vivientes"



Me encuentro en la parada del Hospital Clínico de Zaragoza.

Observo a personas que el destino les juega una mala pasada...
Merodean en hospitales nocturnos, muchos ya se encuentran en una situación de desequilibrio mental avanzada. Por necesidad, poco a poco el cerebro va protegiendo al ser humano, suministrando olvido... Y atenuando la desgracia irremediablemente al acecho.

Con total seguridad, el señor que tambalea al andar y va acercándose a mí, hace un periodo relativamente mas corto de lo que imaginamos, tendría una vida normal, como la tuya o la mía... Pero cuando los problemas se acumulan, rápidamente caemos en picado. Sentí una mezcla de miedo e inseguridad por averiguar con certeza la debilidad humana y la realidad de este país.

Decidí salir a tomar un poco el aire y estirar las piernas hasta el aseo y ya dentro de la salita, un hombre de unos treinta y tantos desaseado, con barba y pelo largo y sucio, descansa debajo de una hilera de sillas de plástico beig. Probablemente no tenga treinta y tantos, puede que menos. Puede.

Y mientras reflexiono ante este panorama, rezo para mis adentros, sin ninguna Fé ni creencia en ese injusto momento, pero sigo rezando.

Está lloviendo, son las cuatro de la mañana y la serenidad se apodera de mí...
Sólo por eso me gusta trabajar la noche.

Sale un señor ebrio de urgencias y me confirma la hora sin yo antes preguntarle.

Me indica la dirección y marchamos.








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