viernes, 4 de marzo de 2011

Decálogo del tocino y la velocidad


Me encanta coleccionar broches de oro en este blog... broches ajenos a mí. Ya me gustaría tener el nivel que tienen algunas personas sobre la sociedad, costumbres,interpretaciones sociales y otros asuntos que no puedo estar más de acuerdo.
Aquí os dejo un artículo de Fernando Ónega que aunque no dice nada nuevo, reconforta observar lo evidente y lógico del fenómeno antipolítico que sufre España.

" El señor Sebastián, ministro de Industria, tiene una teoría sobre las críticas a su idea de rebajar la velocidad para ahorrar gasolina: hay un impulso a criticar todo lo que hace este Gobierno. Estoy de acuerdo: es difícil recordar un Gobierno más zarandeado. Su presidente, el señor Zapatero, también se mostró extrañado del mal recibimiento de la medida. Y todos los demás, que no tenemos comparación ni con su sabiduría ni con su intuición política ni con su experiencia, también estamos sorprendidos. Sorprendidos de su sorpresa. Por lo cual creo urgente tratar de elaborar una teoría sobre los criterios que debieran presidir la actuación del gobernante.

  • Primer mandamiento: no adoptes nunca decisiones que se presten al cachondeo del personal.
  • Segundo mandamiento: tampoco adoptes medidas que supongan un retroceso en las costumbres, porque la gente lo entenderá como un paso atrás en su bienestar.
  • Tercer mandamiento: si las tienes que adoptar porque lo requieren las necesidades del país, procura que las razones sean fundadas. Si son discutibles, la opinión pública se quedará con la más favorable a sus intereses o su comodidad.
  • Cuarto mandamiento: no olvides que gobiernas una sociedad a la que se ha prohibido demasiado en poco tiempo. Una limitación más después del debate del tabaco se presta a que te descubran injustos tics autoritarios.
  • Quinto mandamiento: al mismo tiempo, también gobiernas un país que hizo suyo el eslogan de «en mi hambre mando yo». Si manda en su hambre, ¿cómo va a aceptar que le reduzcan la velocidad?
  • Sexto mandamiento: todo ciudadano apretado en su economía (es decir, la inmensa mayoría) aplica ya sus medidas de ahorro de combustible. ¡Vaya si las aplica! Lo hace con sacrificio. Es su libertad resignada. Pero no acepta que se las impongan.
  • Séptimo mandamiento: si no tienes más remedio que imponerlas, dedica gran esfuerzo a explicarlas y procura enmarcarlas en un cuadro general de actuación lógica, de forma que no parezca una ocurrencia de última hora. Alguna experiencia debieras tener.
  • Octavo mandamiento: demuestra a quienes están dispuestos a defenderte (o por lo menos a entenderte) que todavía sabes identificar qué acciones cabrean al contribuyente sin suponer una clara ventaja para el Estado y sus arcas.
  • Noveno mandamiento: cuando tengas que gobernar de esa forma, piensa que algunos empezamos a temer que sufres algún tipo de tendencia al suicidio político, que es el síndrome que acompaña a las decisiones contrarias a la opinión.
  • Y décimo mandamiento: si el contribuyente ya sufre con el precio de la gasolina, déjale que administre sus miserias, que disfrute cuando le sobra un euro, que goce de las obras públicas hechas con su dinero y no conviertas sus viajes en un sufrimiento. Cada vez que pise el freno en una recta, se acordará de tu familia y de tu urna de votación"


Fuente: "La Voz de Galicia"


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