Pero echo de menos aquella vidilla nocturna que años atrás existía en las viejas calles del casco, cuando los trabajadores de la hostelería se tomaban la copita con sus colegas, entonces había más alegría que ahora. Nos estamos volviendo "Europeos" y a las diez de la noche, no queda ni Cristo. Bueno, el servicio de limpieza, los radares de la Policía local, taxis, taxis, taxis y algun que otro despistado. Ah! y las urgencias al hospital, se me olvidaba.
Nos miramos de reojo en los semáforos, dejamos medio metro de distancia, para no ver la cara del conductor de al lado. La música sigue sonando en mi radio, algunos compañeros con "El Larguero", otros con "Hablar por hablar".
Si quiero, puedo amargarme rápidamente con un ambiente aburrido y de color ámbar de las farolas que parecen de polígono industrial. Puedo elegir y pasarme al relax y la calma, disfrutar de la conducción y la buena música. Descansar y tomar un buen café calentito, para después seguir.
Puedo pensar en el próximo post del blog, en lo que os voy a contar o lo que no puedo contar a casi nadie. Pensar en positivo me sienta bien, aunque alguna vez sea más difícil conseguirlo.
Recuerdo al violinista aquel que seguía tocando a pesar de los infortunios, porque él se debía a su labor y realizarlo con esmero y arte era su misión en el mundo. No importaba si los demás comprendían o nó su actitud , se bastaba a sí mismo...
Es mi música, el taxi es mi violín.
Maravillosa entrada que plasmé... maravillosa melodía de Paganini. Es la música que me acompaña en mi vida, la que me gustaría tener a mi lado siempre...
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