jueves, 10 de septiembre de 2009

Positivos de principio a fin...


Sucedió hace tan sólo una hora en el taxi:

-Llévanos al camino Sillas, número tres
-Mmmm. será camino Fillas, la calle sillas no existe en mi callejero mental.
-Vale confiamos en tí. Mi hijo necesita trabajar y nos dijo mi cuñado el taxista de LA42 que allí había una oferta de trabajo en una vieja fontanería.
El chico asentía con la cabeza a su madre y cuando tuvo un hueco, intervino:
-Sí, necesito trabajar y voy a por el puesto.

Los ví demasiado convencidos, a la madre y al chico, pero no quise desanimarles, me cayeron bien por su complicidad conmigo y tal.

Me preguntaron si les llegaba con diez euros para ir. Yo les contesté que sí que de sobras. Por el camino me preguntaban por el número de autobús para vover a su casa, porque parece que atravesaban un momento económico difícil.

Al llegar al destino, encontramos una persiana a mitad, según para quien medio cerrada y según para mis clientes estaba abierta y seguramente esperándoles alguna persona.
Antes de bajar me dijeron que no me fuese por si acaso.

Desde el taxi pude estar de expectador en tribuna y escuché con mis audífonos la conversación:
-Quiero un chico que tenga ganas de trabajar.
-Yo tengo todas las ganas del mundo.
-Sí, mi hijo y yo lo necesitamos.

Poco más duró la entrevista de trabajo con aquel buen hombre, ya mayor, vestido con mono azul, manchado de grasa, con ojos brillantes y atentos.

La madre me guiñó un ojo y me envió un mensaje por telepatía, indicándome que les iba a llevar yo de nuevo a casa (barrio de La Jota).
-¡Lo hemos logrado, seguro!
El chico celebraba haberse puesto los pantalones nuevos, mientras la madre recordaba al padre del chico, fallecido por derrame cerebral, hacía poco tiempo con cuarenta y dos años. Les dejó en una situación de vértigo; y a mí me entró un escalofrío que te cagas...

Su cuñado EL TAXISTA en realidad era el marido de una buena amiga que consideraba como una hermana, tras volcarse en ella en cuerpo y alma tras la muerte de su marido.

Veinte metros antes de llegar paré el taximetro y me sentí feliz de nuevo de observar que Dios aprieta pero no ahoga si realmente tenemos fé en nosotros mismos.

Llegué a la conclusión de nuevo que esa fé y el pensamiento positivo nos llevan al camino de la felicidad.

Suerte chico y suerte madre.





P. D. Perdonar las faltas de ortografía, a veces los post se escriben en un taxi y a contraluz. En casa los suelo modificar o corregir, frecuentemente.

3 comentarios:

  1. ¡Ese camino de la Felicidad que tanto buscamos y a veces se nos esconde tanto!

    En cualquier caso, sí, es mejor vivir fijándonos en el lado amable y positivo de nuestra existencia pues sin darnos cuenta, lo hace más llevadero.

    Un saludo indio

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  2. Buen post, y tranquilo que las faltas de ortografia las ponemos todos. Yo escribo cuando llego de trabajar y no me voy a poner a corregirrr....un saludo.

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  3. Que dura es la vida para algunos ¿verdad?
    Te quiero

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