martes, 4 de noviembre de 2008

La vida en un taxi.


Ésto es lo que hay, mi vida a bordo de un taxi.
Alegrías, tristezas van y vienen sobre mí con una velocidad y una frecuencia que a veces me asusta, pero eso es lo que me toca vivir, por lo menos de momento y parece ser que los próximos años, en vista a la crisis que asola el mundo.
Con la triste noticia del fallecimiento ayer de un compañero , toda una vida en el taxi y ahora que le restaba poco tiempo para su jubilación, resulta que llegó la indeseable muerte, ésto es así. Sus hijas, las dos taxistas, e inmejorables compañeras despedirán a su padre mañana mismo y seguiran con sus obligaciones como mujeres y madres de mi oficio. Vaya desde aquí mi más sentido pésame a ésta familia zaragozana de taxistas en su mayor parte.
El taxi que yo conduzco, descansa ahora mismo en la cochera con la friolera de casi ochenta mil kilómetros en tan sólo once meses, mas o menos es una barbaridad teniendo en cuenta que debería llevar treinta mil menos, pero es que yo soy taxista de los de verdad, no de cartón piedra y no es lo mismo aunque suene parecido. Recuerdo cuando era más joven que estuve diez años sin visitar ninguna parada de esas que nos ponemos todos en fila india, porque mi afán por aprender y mis ansias de superación afloraban en mí, y no tenía tiempo para mas preámbulos.
Hoy la cosa es bien distinta y el combustible no me permite estar tirando moneditas y mi salud aunque no es mala, tengo com objetivo salir airoso de ésta experiencia de veintiun años y un mes dándole vueltas a mi vida y a la de los clientes.
Hoy empiezo una etapa en mis obligaciones y es la de hacer todos los días un poco de ejercicio, para ello me inscribí en un gimnasio aquí en el pueblo, tengo ilusión aunque me consta lo aburrido que son los sitios así pero mi meta no es otra que la de mejorar mi calidad de vida y eso requiere un esfuerzo físico y mental.

Ayer por la noche utilizé por primera vez el dispositivo de alarma de mi GPS. No estaba muy asustado cuando aquel tipo me tomó y me indicó la dirección, reconozco que no pasé miedo pero tuve claro que cuando llegase al destino debería pulsar el interruptor rojo antes de echar mano a la metálica caja de las monedas. Reaccioné con seriedad, el idioma del cliente era rumano, pero no pude esclarecer si su mirada fría era por el entorno, su situación por los efectos de la droga o por sus intenciones. Así entonces dicho y hecho, una leve pulsación sobre el dispositivo para avisar mis coordenadas y el estado PANIC. A los dos eternos segundos, Susana la locutora nombró mi número de móvil. Mientras cobraba no contesté para que siguiese con la gestión de alarma. No hizo falta el siguiente paso que es avisar a la policía, puesto que el muchacho me pagó sin ningun problema. Absolutamnete normal. Falsa alarma y fallído presentimiento.
Tuve la impresión, que por mi naturalidad al comunicarle que ya estaba en posición de LIBRE, no interpretó la locutora el verdadero apuro que viví.

Ayer por la noche me encontré un enlace en internet en el cual estaba mi blog y del de mi compañero Marco, me causó alegría ver que éstas palabras y sentimientos no caen al desván del recuerdo, no se pierden en la mar. Es gratificante saber que te leen personas sin importar el número ni el lugar. Gracias por vuestro tiempo.

Enlace: http://zaragozame.com/2008/11/03/bloggers-y-taxistas-de-zaragoza/

2 comentarios: