miércoles, 9 de julio de 2008

Taxi en zaragoza: La experiencia...




Para bien o para mal, conducir un taxi en Zaragoza es otra historia.
Zaragoza, una ciudad cada vez más grande, tiene rasgos comunes a otras ciudades como Madrid o Barcelona, pero también tiene todavía cosas de ciudad pequeña. Es decir, si en el taxi llevas a un malnacido con ganas de tocarte la moral, es poco probable que vuelvas a coincidir con él ese día... pero no imposible. A mí me ha sucedido llevar a la misma persona dos veces y tres en un mismo día. Digamos que se respira un aire especial, que sólo se puede percibir pateando la city.

En el taxi del cual soy titular o "propietario", no suben chulos ni chulas a traición. Me explico; a veces si sube un chulo y no lo he visto en mi vida cuela, se sube, lo capeo y me doy la vuelta al ruedo yo sólo. Pero en ésta singular ciudad, ya nos conocemos todos, o casi todos y sabemos que pie es el más sano...

En nuestro radio taxi 976 424242, tenemos derecho a no coger a cierta chusma que no nos gusta o no nos parece sana. El sistema informático registra quien no debe entrar en nuestros coches.
He de confesar que no suelo rechazar a nadie pero el menda, también tiene excepciones, y tengo cómo norma no dejar entrar a gente como:

Un decano de universidad que fuma pipa por sus santos botones, en el coche que le dá la gana, cuando quiere y cómo quiere ( Si antes quiere el taxista ). Un conocido abogado zaragozano, no entra en "mi casa" por sus formas nefastas hacia todo lo que paga con dinero..., una chica de porcelana que no para de protestar, exigir y pegar portazos, bueno pues esa tampoco, y por último una señora adinerada con un negocio de vinos, que esa me montó una por romper una puñetera botella de buen caldo. Me llegó a pedir responsabilidades y seguro de no sé que.

Resumiendo un poco; que no suben chulos ni chulas, con titulación o sin ella. La educación no tiene nada que ver con muchas facetas de la vida como la memoria, el dinero y otras gaitas varias.

También podría comparar mi querida ciudad con otra más pequeña, pero no me apetece ahora. Hace dos años estuve una semana de taxista en Avilés; y en ese lugar querido para mí se respiraba otra cosa, en el fondo parecido, pero diferente a la vez. Ésa experiencia os la cuento mañana o pasado...

Zaragoza es especial, muy especial de verdad de la buena. Para bien y para mal. Porque también tenemos experiencias muy agradables multiplicadas por dos y por tres.

La foto es una furgoneta llena de huevos muy gordos y muy buenos, los que hay que tener para aguantar el vivir un Taxi, aquí y en Pekín.

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